Las elecciones. Probablemente el periodo en el que la gente
se interesa más por las visualizaciones de datos, se divierte con ellas, explora,
interactúa y verdaderamente les presta atención. Luego ya volverán a mirarlas
por encima, como si fueran una mera ilustración, o una fotografía; a, como
mucho, fijarse en los números grandes o si en una barra es más alta que la
otra. Cuando trabajamos con datos electorales, sin embargo, cada detalle
importa. Al fin y añ cabo, hay escaños (con sus consiguientes cargos, pactos,
leyes, etc) en juego.

Datos electorales y del COVID, combinación ganadora.

¿Quieres ganar visibilidad? ¿Llevas poco tiempo visualizando y necesitas un empujoncito para darte a conocer? ¡Pues atrévete con un dashboard electoral! Son los que más tirón tienen (puede que empatados con el COVID, por lo que trabajos como el anterior, de Filippo Mastroianni, siempre son una combinación ganadora). Dependiendo de cuándo lo hagas y con qué pretexto, puedes acabar mostrando los resultados (inmediatamente después de las elecciones), los datos previos (antes) y las posibilidades de gobierno (pasado un tiempo prudencial). Sin embargo, todos tienen un objetivo común: ofrecer la información de la manera más accesible, clara y precisa para que los lectores puedan disponer del marco completo. Voy a daros algunas claves a la hora de lidiar con este tipo de datos sensibles, respondiendo a estos interrogantes:

¿Qué?

El título del dashboard tiene que dejar muy claro de qué evento democrático estamos hablando. Por ejemplo: Elecciones presidenciales de EE.UU 2020, o Elecciones generales de España 2019.

¿Cuándo?

El subtexto «Última actualización de los datos» debería acompañar a todas las visualizaciones. Si esta información está ausente, la gente podría asumir que los datos están «vivos/en desarrollo» o bien, que no están comprobados.

¿Dónde?

En el caso de EE.UU, a efectos prácticos, los estados (y no los condados) son los focos de acción. Se suele utilizar un mapa geográfico que represente el país y sus estados destacando la suma del número de votos. Si hablamos de España, en cambio, la unidad territorial más representativa sería la provincia (y no la comunidad autónoma), pues existe el distrito electoral provincial. En el dashboard a continuación, también de Filippo, originalmente publicado en medios italianos por 24ORE, es un ejemplo de buenas prácticas a la hora de separar regionalmente los resultados:

¿Quiénes?

Vamos a seguir haciendo la comparación entre España y EE.UU, a fin de evidenciar hasta qué punto ha de ser diferente el tratamiento aplicado a los datos electorales dependiendo de su procedencia. En EE.UU, las figuras sobresalientes son dos, correspondientes a los candidatos presidenciales de los dos principales partidos políticos. El rojo y el azul, que representan a los partidos políticos, se utilizan para la codificación por colores. El sistema electoral español nos lo pone más complicado: no hay una cantidad predefinida de candidatos, al no disponer de un modelo de votaciones en base a rondas, cuyo número variará en función del ecosistema político nacional de cada momento y de cuántos candidatos consigan escaño (representación en el Congreso de los Diputados). Además, la granularidad del voto es mayor (ver punto anterior). En esta situación, lo más recomendable es utilizar los colores de la identidad corporativa de cada partido, ya que son reconocibles para todos los votantes, pudiendo incluso, prescindir de la leyenda, llegado el caso. Echadle un vistazo a esta visualización acerca de las Primarias 2020 de EE.UU, a través de las cuales se elegiría al candidato del Partido Demócrata. Os preguntaréis, dado que pertenecen al mismo partido, cómo se ha realizado la elección de colores; yo creo, desde mi humilde opinión, que se ha mantenido el azul típico de los demócratas para Biden, mientras que Yang, el representante más moderno y que prometía cambiar la forma en que se hacen las cosas en su partido, tomaba un nuevo color, de connotaciones positivas y enérgicas, que contrasta lo suficiente con el azul pero sin ser el rojo (asociado con los republicanos): el naranja.

¿Cómo?

La forma más directa de elegir a un presidente consiste en simplemente concederle el cargo al candidato que obtenga la mayoría de los votos, incluso si ésta no constituye la mayoría absoluta. Es el caso de las elecciones presidenciales en 20 países repartidos por el globo, entre ellos (con la particularidad de que se contea a nivel estado en vez de nación) Estados Unidos. La conclusión lógica de las elecciones es el momento en que un partido/candidato sobrepasa el umbral de los 270 votos. Por ello, los gráficos de barras de progreso, diales analógicos, el archiconocido pie chart, etc, suelen utilizarse para mostrar la tendencia hacia la mayoría simple.

España, por el contrario, utiliza el sistema D’Hondt, en listas cerradas. Éste favorece a las listas más votadas, con la pretensión de facilitar que salgan gobiernos sólidos y evitar una fragmentación parlamentaria desmesurada. Otra diferencia es que aquí no solo votamos al presidente, sino que, indirectamente, estamos escogiendo a los diputados por igual. Podemos utilizar esta característica en nuestro favor, usando el hemiciclo del Parlamento como base de nuestra visualización, como se puede apreciar en este dashboard del periódico digital cuartopoder.es:

Hasta aquí mis recomendaciones acerca de representar datos electorales. Una vez más, os animo a darle una vuelta a este tipo de datos, porque pueden suponer el boost que necesitas en tu carrera como visualizador. A día de hoy, las elecciones de Madrid (ayuntamiento y comunidad autónoma) todavía son tendencia; aunque también puedes empezar a preparar las generales de 2023…

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